Majestuoso cuadro al óleo del gran pintor salmantino González-Ubierna (1900-1982), en el que representa una vista del precioso pueblo de Laredo, lugar donde solía pasar algún tiempo. Está realizado en un plano vertical, marcado por líneas horizontales y verticales que le permiten obtener volúmenes en diferentes niveles. El cuadro está pintado en unidad, cada trozo hace relacion con el resto cumpliendo con la idea geométrica Destaca la hegemonía de la parte montañosa y la solemnidad de la iglesia de estilo neoclásico, alineada visualmente con otra iglesia situada en la parte baja. Llama también la atención la ejecución practicamente en dos dimensiones, con muy escasa profundidad, siguiendo pautas de la vanguardia
El autor utiliza principalmente sus colores característicos para dar cuerpo a la obra: ocres, marrones, blancos y tonos verdosos. El cielo, encapotado, está lleno de grises que se integran armoniosamente con los verdes de la colina. Su pincelada es larga, ancha, firme y segura, con una clara influencia impresionista. Además, el dibujo es de altísima calidad.
González-Ubierna destaca como un gran dibujante y maestro de los tonos, consiguiendo en sus cuadros una atmósfera única de armonía y belleza, que confiere gran solemnidad a su obra. Así como Sorolla es considerado el pintor de la luz del mediodía, una luz que en ocasiones es tan intensa que produce desasosiego, González Ubierna es el pintor de la luz del atardecer, del regocijo, la tranquilidad y la paz. En sus cuadros no corre el aire.
Medidas con marco: Alto 98 cm x Ancho 66 cm.
Firmado: “González Ubierna” en la parte inferior derecha y en la parte posterior
